Por Ramón Landajo
Un Hombre de Perón
Pasó el acto electoral y ya se discute el resultado. Hablan de trampas, y hay que aceptar que las hubo. No sólo de parte del oficialismo K, sino también en la llamada oposición. No hubo un candidato que mostrara eso que tan necesario, que es la responsabilidad y honestidad ideológica. Fue una elección legislativa, comparable con un partido de futbol de ascenso con ínfulas de final de campeonato mundial. No hubo proyectos, pero si generalidades. Como si el país fuera una sociedad de fomento o club de barrio.
Frío afuera y adentro de los lugares de votación. Ausencia de autoridades, falta de fiscales, carencia de boletas. Barbijos que mostraban el temor del ciudadano por la epidemia que será declarada como urgencia nacional, por la gripe A, cuanto en verdad la peor es la infección K. No es la llamada porcina, sino la pingüina. ¿Vacunas? Para la influenza temida ya están fabricándola y distribuyéndola en el mundo. Para la otra, falta lo principal que es la honestidad ciudadana, la responsabilidad que cada uno tenemos, y la urgencia de unirnos, dejar de lado lo pequeño, para todos juntos trabajar para recuperar la patria, devolver al pueblo la plenitud de sus derechos, y hacer cierta la nueva Argentina que queremos justa, libre y soberana.
¿Que hubo fraude? Si lo hubo. En mayor o menor escala, pero lo hubo. En el oficialismo y en la oposición ya que estuvieron asociados participando de esta trampa electoral donde el dedo funcionó, colocando como candidatos elegibles, no los de montón, a los referentes de la misma corrupción que instalaron en el país.
El oficialismo perdió, pese a sentirse triunfante. Una victoria a lo Pirro. La que aplauden los estúpidos que suponen que unos pocos nuevos en el Congreso o en las Legislaturas pueden cambiar la infección terminal que afecta a todo el cuerpo de la Nación.
Hubo trampa. Néstor Kirchner se adueñó del Partido Justicialista con la complicidad de quienes traicionando todo, avalaron el llamado Frente para la Victoria que reunió a desacreditados personajes que vendieron como Judas, su honra al dueño del lupanar político.
La CGT que debió ser apolítica, por reunir supuestamente a los dirigentes representativos de los trabajadores, respaldaron el capricho de su titular y la mesa de corifeos, que negociaron todo para satisfacer apetencias personales o de círculo, pero que no defendieron los intereses de sus bases.
Partidos tradicionales que fueron infiltrados por mercaderes del ideal, que aceptaron la sumisión al cónyuge presidencial, que en su desesperación figurativa y dominante logró con el dinero saqueado a las urgencias nacionales, repartir dádivas y limosnas para contar con el apoyo bastardo que instala como los mayores traidores a la patria a candidatos llamados ”testimoniales”.
Una oposición si proyecto, salvo discursos con generalidades que son los anhelos que se escuchan en los corrillos ciudadanos, en los medios de transporte y en todo lugar donde confluye un pueblo desconcertado y descreído.
Al escribir estas líneas, llegado de Panamá donde hubo un homenaje a la memoria de nuestro único Conductor, el General Perón, no sé quien logrará esa victoria que el Peronismo debe al pueblo argentino. La única lista referente y auténtica, es la que he conocido, la del Partido Justicialista que no hocicó ante presiones del PJ Nacional, que es el de Necochea. Con candidatos nuevos, que no tienen más de treinta y cinco años, pero que están identificados verdaderamente con el sentir de nuestra Doctrina Peronista, que es amor, solidaridad, trabajo y patriotismo. Jóvenes que son exponentes del trasvasamiento generacional que le debemos a nuestros compañeros, muchos, hijos de aquellos que fueron protagonistas del 17 de octubre de 1945 y de la heroica Resistencia Peronista.
Gane quien gane, estas elecciones no han de servir, si el pueblo no logra impone su responsabilidad ciudadana. La debilidad quedará trasuntada a poco de conocerse el resultado, porque se inicia un período vacío, donde puede haber aparente ganadores aguardando ocupar el espacio logrado, mientras se va desmoronando la montaña de arena, grano por grano, que es el actual Congreso Nacional con diputados y senadores que terminan su mandato y están en “agarrar lo que se pueda”.
El Peronismo está en deuda con el pueblo. Lo he sentido más, en estos días compartidos en Panamá, donde reviví aquellos, que junto al General Perón abandonado, denostado por supuestos leales, librado a todos los riesgos que no se imaginan, manteníamos la esperanza de la reacción de hombres y mujeres en salvaguardia de su honor y dignidad.
¿Qué proyecto tiene el Peronismo, para cumplir con la patria y con la gente?...
Es lo que todos se preguntan, y es cuanto callan los que candidatos, suponen que han ganado o perdido, pero que han participado de un nuevo globo de esperanza que se ha pinchado, sintiéndose el desconsuelo y viendo la desesperanza de la ciudadanía frustrada.
La Revolución Peronista es la brasa que aguarda el soplo de la brisa que la encienda en el corazón mayoritario del pueblo. De sus hombres y mujeres. De sus trabajadores organizados. De civiles y militares. De jóvenes y mayores. De los que con vocación nacional, sientan el fervor de servir a la Patria Grande, para volver a las horas felices de progreso y bienestar que fueron ciertas en diez felices años que marcaron el Gobierno Constitucional del General Juan Domingo Perón.
Una elección que demora un proceso, es lo que hemos tenido. Gane quien gane, pero perdemos todos, si no comprendemos que ha sido una nueva muestra de nuestra incapacidad ciudadana, de nuestra vergonzosa tolerancia a la burla, al engaño y al escarnio. Personajes que se reeditan en cada elección, para confundir, usando su presencia para delinquir disfrazadamente, siendo punteros de los que piantavotos, nada son o representan para el proceso que reclama el país y la gente.
Mañana ¿qué sucederá? Aquello que ha de generar la aceptación o la reacción de los que se sientan burlados, y que tengan el coraje de ponerse de pie, para no ir desapareciendo como genuflexos al poder de la prepotencia de los pocos.
He vuelto de Panamá. Reviví aquellos días del destierro forzoso, recordando el compromiso contraído con mi General Perón, que es decir, la Patria y Pueblo. Recibí sus directivas entonces, y las ratificó y juramenté cumplir, cincuenta días antes de su partida hacia la Eternidad. Callar, sería traicionarlo. Aceptar, igual. Me pesan los ochenta y un años que cargo en la mochila de la vida, pero es saber que hay un pueblo ansioso de escuchar las verdades del Peronismo, las que me alientan a seguir. Junto a hombres y mujeres que no claudican, que no se entregan ante nada, porque son verdaderos compañeros y compañeras, que en este 1º de julio, cuando aparezcan tantos hipócritas usando a Perón en el aniversario de su paso a la Inmortalidad, nosotros haremos un voto de unidad, de trabajo, de amor y solidaridad, para decir Presente, en la Argentina que caiga quien caiga, pese a quien pese, será socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana.
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